La Agencia Tributaria está en un proceso continuo de transformación digital, buscando optimizar sus operaciones y mejorar la asistencia al contribuyente. A pesar de su avanzado estado de digitalización, aún se identifican áreas de mejora que pueden beneficiarse significativamente de una modernización tecnológica más profunda. Este proceso incluye la optimización de recursos tecnológicos y el uso compartido de plataformas digitales con otras entidades relacionadas.
Entre los proyectos más destacados se encuentran la implementación de tecnologías de vanguardia para la gestión de inmuebles administrativos, así como la introducción de un modelo de asistencia integral mediante las Administraciones de Asistencia Digital Integral (ADI), las cuales se enfocarán principalmente en servicios informativos y de asistencia en trámite de declaraciones tributarias.
La finalidad primordial de estos esfuerzos de transformación digital está en mejorar notablemente la asistencia al contribuyente, algo esencial para construir confianza y mejorar la eficiencia operativa. El Ministerio para la Transformación Digital y de la Función Pública lidera esta iniciativa, con el respaldo de documentos estratégicos como el «Plan de Digitalización de las Administraciones Públicas 2021-2025».
Los proyectos están alineados con dos grandes objetivos: impulsar una modernización sistemática de la gestión tributaria y promover un modelo de asistencia a los contribuyentes que sea integrado y eficiente en el ámbito digital.
El proceso de digitalización no solo busca eficiencia operativa, sino que se perfila como una herramienta clave en la lucha contra la corrupción. Al reducir las interacciones humanas mediante la digitalización de trámites, aumenta la transparencia institucional y se disminuyen las oportunidades de prácticas corruptas. Esto se refleja en administraciones tributarias de varios países que usan tecnología para incrementar el cumplimiento fiscal y prevenir fraudes.
Ejemplos significativos incluyen el sistema Connect en el Reino Unido, que utiliza algoritmos para identificar posibles evasores fiscales, y el modelo fiscal de Kenia, donde la digitalización ha reducido las interacciones directas, disminuyendo así el espacio para el soborno.
La digitalización trae consigo una serie de ventajas, tales como la mejora de la recaudación fiscal, la reducción de costos de cumplimiento tributario, y el incremento de la confianza del contribuyente en las instituciones. Estas medidas permiten que las instituciones fiscales sean más proactivas en la detección y prevención de la corrupción.
Además, los gobiernos globales que adoptan la digitalización han mostrado mejoras significativas en su PIB, como se observa en los informes de CAF y BID, demostrando que la digitalización es un motor clave para las economías modernas.
Para que la digitalización logre su máximo potencial, debe ir acompañada de reformas significativas que promuevan la transparencia y la rendición de cuentas. Los registros de beneficiarios reales son un ejemplo de cómo la apertura de datos públicos puede prevenir conflictos de interés y fomentar la legalidad en la contratación pública.
Los casos de países como Nigeria, Eslovaquia y Reino Unido ilustran la necesidad de políticas claras de transparencia, vitales para desmantelar redes de corrupción y promover la integridad pública.
La colaboración entre organismos es crucial para luchar contra la corrupción fiscal. Existen retos legales en el intercambio de información, pero la tendencia es hacia una mayor integración y cooperación interagencial. Esto se evidencia en investigaciones transnacionales como la de Petrobras, donde los datos fiscales compartidos jugaron un papel crucial en desmantelar una red de corrupción de gran escala.
La capacidad de utilizar datos de manera efectiva en juicios por corrupción es un aspecto que puede ser mejorado con mayor cooperación interinstitucional, permitiendo un análisis más efectivo de transacciones sospechosas.
La digitalización en el ámbito tributario no solo mejora la eficiencia y la transparencia, sino que también es una herramienta poderosa contra la corrupción. Al optimizar procesos y disminuir la intervención humana en trámites fiscales, se promueve un gobierno más justo y equitativo.
Los beneficios se traducen en una mejor recaudación de impuestos, la reducción de la evasión fiscal, y una mayor credibilidad del ciudadano en sus instituciones. Es esencial que se promueva un esfuerzo colectivo entre el sector público y privado para maximizar las oportunidades que ofrece esta digitalización. Para más detalles sobre cómo digitalización contribuye, consulta nuestro artículo sobre tendencias en asesoría.
Para profesionales y expertos en el campo, la transformación digital de las administraciones tributarias ofrece un terreno fértil para innovaciones tecnológicas, como el uso de inteligencia artificial y blockchain, que pueden revolucionar la forma en que se administran, controlan y auditan los procesos fiscales.
Recomendaciones incluyen fomentar la interoperabilidad de sistemas, fortalecer marcos legales que permitan el intercambio seguro y ético de datos, y priorizar inversiones en ciberseguridad para proteger la integridad de los datos fiscales. Estas acciones no solo potenciarán la eficiencia, sino que asegurarán una defensa sólida contra las amenazas de corrupción.
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